La fiebre es una elevación de la temperatura corporal controlada por un sofisticado sistema, una muestra más de la maravilla que es el cuerpo humano.
Además, hay elevaciones de la temperatura que no son fiebre, entonces hablamos de hipertermia; están fuera de control y son otra cosa que nada tiene que ver con la fiebre, otro día os cuento algo.
Nos podemos imaginar el sistema de control de la temperatura regulado por el hipotálamo como si fuera el termostato de nuestra casa. Por diversas causas, se ajusta el nivel del termostato 0,5º- 4 ºC por encima de su valor normal. Entonces nuestro cuerpo percibe que está frío y pone en marcha mecanismos para ajustar la temperatura corporal a ese nuevo valor. Eso explica que sintamos frío, busquemos abrigo, tengamos escalofríos, aumente nuestro metabolismo, el corazón lata más rápido... todo ello con el fin de aumentar nuestra temperatura.
También se activan mecanismos para disminuir la pérdida de calor por la piel, que tiene como consecuencia esas manos y pies fríos que tantas veces nos alarman.
Es como si en nuestra habitación, para lograr la nueva temperatura dispuesta en nuestro termostato, se activara a tope la calefacción y cerráramos todas las ventanas.
La fiebre por tanto produce síntomas por sí sola, a veces difícil de diferenciar de los que produce la enfermedad en sí: el niño está irritable, tiene mala cara, está pálido, abatido, le duele la cabeza, la tripa, le puede doler todo el cuerpo, vomita, no quiere comer... todos ellos síntomas inespecíficos que provoca la fiebre y preocupan aún más a unos ya preocupados padres de un niño con fiebre.
Ese termostato es característico de cada persona, explica lo que nos cuentan las madres: hay niños que casi nunca tienen fiebre alta, otros en cambio se ponen en 40ºC con facilidad...
La fiebre está mediada por la acción de unas sustancias llamadas pirógenos, que pueden ser producidos por agentes infecciosos, pero también por células de nuestros sistema inmunológico.
Y esto lo cuento, para entender algo muy importante en relación a la fiebre. Detrás de una fiebre no siempre hay una infección; hay otras causas, algunas de hecho peores. Hay fiebre por tumores, por procesos inflamatorios o inmunológico, por fármacos... Soy consciente que esta afirmación no va a tranquilizar a mis lectoras más hipocondriacas, pero afortunadamente es muy muy infrecuente, y mucho más en los niños.
"Durante el parto el dolor es tan intenso que una mujer casi
puede llegar a imaginarse como se siente un hombre con fiebre ".
Y todo esto, ¿sirve para algo? Pues parece que sí. Un mecanismo tan costoso desde el punto de vista energético (aquí es donde capto la atención de algún ingeniero despistado que puede estar leyendo esto) no ha persistido a lo largo de millones de años de evolución sin tener beneficios. La evolución de las especies (incluyendo la nuestra) es así de pragmática. Lo que no sirve o no se usa acaba desapareciendo, lo que plantea no pocas incertidumbres en cuanto al futuro del cerebro humano y algún otro órgano, pero ese es otro tema....
Está demostrado que un aumento de la temperatura en sangre dificulta la multiplicación de muchos microorganismos, lo que nos ayuda a luchar contra la infección. Eso explica por qué muchos animales de sangre fría como peces o lagartos buscan fuentes de calor cuando presentan una infección. Hay estudios de la era pre- antibiótica que nos cuentan como el pronóstico de muchas infecciones era mejor si cursaban con fiebre.
Y este rollo lo cuento para explicar por qué no debemos forrar a nuestros hijos con antitérmicos; la fiebre tiene beneficios que no debemos despreciar, hay que usar antitérmicos con prudencia.
Y además, insisto, la fiebre es sólo un signo, no es una enfermedad en sí misma. Ya saben mis pacientitos que mientras no piense que haya una causa grave de fiebre no me me inquieto, sólo espero a descubrir cual es la causa de la fiebre y puedo esperar más o menos tiempo según la edad del niño y su estado, esperar antes de hacer pruebas o poner tratamientos. Esa espera vigilante del pediatra juicioso a veces desespera a los padres, que no entienden (porque seguramente no lo explicamos bien) que la fiebre no es el problema, es sólo una manifestación, no es peligrosa y no produce daños.
La fiebre que origina una infección no produce daño en niños sanos, salvo que exceda la temperatura de 41,5ºC ( medición rectal, nada de termómetros óticos o frontales).
A partir de 41ºC hablamos de hiperpirexia, y aquí es cierto que las cosas se ponen serias, pero repito 41,5ºC (rectal) son temperaturas que raramente vemos los pediatras fuera de la temporada gripal. Por eso recomiendo acudir a Urgencias con temperatura mayor de 41ºC rectal (40,5º axilar), cosa que raramente ocurre.
Eso sorprende mucho a la mayoría de los padres que consideran muy altas temperaturas de 39º en adelante, hecho muy frecuentes en procesos virales banales.
En próximo capítulo hablaremos del tratamiento y manejo de la fiebre.
En resumen
1) La fiebre es sólo un signo, no es una enfermedad.
2) Nos importa más la causa de la fiebre, no tanto la fiebre por sí misma.
3) Nos importa más el estado general del niño, no tanto la fiebre.
3) La fiebre puede tener efectos beneficiosos, no hay que empeñarse en hacerla desaparecer a toda costa
4) La fiebre por sí sola no causa daños, salvo por encima de 41ºC axilar
5) Si nuestro hijo está razonablemente bien, una fiebre menor 40,5ºC no es motivo de visita a Urgencias.
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domingo, 17 de julio de 2016
En defensa de la fiebre. Parte 2. ¿Qué es la fiebre y para qué sirve?. Actualizado 2022
Publicado por
Epicteto
en
21:28
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Etiquetas:
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Soy ese ingeniero y padre primerizo que ha caído por estos lares.....
ResponderEliminarEnhorabuena por tu blog, lo estoy devorando.
Bienvenido Juanan, y muchas gracias por tu comentario, sobre todo viniendo de un ingeniero, con lo perfeccionistas que sois..
EliminarMe alegro sea útil. Ahora lo tengo un poco abandonado, pero en breve reiniciaré actividad regular. Un saludo
"Espera vigilante del pediatra juicioso". Cierto que la fiebre asusta si se mantiene en días no le parece???
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