Entrañable escena familiar; el que está
al otro lado de la línea es el Pediatra
En adultos la fiebre es un valor añadido; si tu dolencia cursa sin fiebre, es una infección "de todo a cien", no califica para una baja laboral o para faltar a un compromiso. Aunque te estés literal o figuradamente muriendo de tu "enfermedad afebril", no puedes faltar a esa cena con tus suegros.
En niños es otra cosa, la fiebre es el Maligno, así sin más.
Capitel románico de la iglesia de Bois-Sainte-Marie.
Brionnais, Francia.
Un estudio realizado en EE.UU que preguntaba a padres sobre los efectos de la fiebre en sus hijos revelaba muchas cosas interesantes. Prácticamente todos creían que la fiebre era siempre dañina, el 46% temían que pudiera producir daño cerebral irreversible y un 58% describían un temperatura de 38,9ºC como "alta".
Por ello no sorprende que el 56% diera antipiréticos a sus hijos aún con una temperatura normal.
Yo no tengo recogidas estadísticas propias, pero me atrevería a decir que por aquí las cosas son incluso peores.
Una gran culpa de esta fiebre-fobia la tenemos nosotros, los profesionales de la salud, especialmente los pediatras.
En primer lugar la mayoría dedicamos poco tiempo en explicar qué es la fiebre, para qué sirve, cuándo hay preocuparse y como hay que tratarla.
En segundo lugar, porque transferimos a los padres la propia ansiedad que la fiebre nos provoca, a nosotros los "expertos en salud", de forma un tanto (mucho) irracional.
Detalles de comunicación no verbal, la insistencia y la forma en preguntar sobre la fiebre, la importancia que le damos a su tratamiento, etc.
Es muy revelador como está arraigada en el lenguaje médico esta obsesión en torno a la fiebre.
Muchas enfermedades llevan impresa la palabra fiebre: fiebre amarilla, fiebre tifoidea, fiebre periódica, fiebre Mediterránea, fiebre hemorrágica, fiebre del heno, fiebre puerperal, fiebre por mordedura de rata, fiebre de las trincheras, fiebre de Pontiac, fiebre de las Montañas Rocosas, fiebre reumática...No me invento nada, los médicos hemos estudiado todas estas enfermedades febriles.
Trinchera del Regimiento de Cheshire.
Batalla del Somme. Francia 1916.
I Guerra Mundial.
Esto es sólo un ejemplo de como los propios médicos damos una importancia desproporcionada a la fiebre como entidad; el lenguaje es muy poderoso, ni siquiera intuimos cuánto.
Para que no quede tan largo, que sé que muchas de mis pacientes lectoras me leen por la noche en la cama con el móvil tras una agotadora y heroica jornada, seguiré el próximo día.
Hablaremos de lo más importante: qué es la fiebre, como nos ayuda, cuándo tratarla, y cuándo preocuparnos.
Intentaré ser más regular, aunque reconozco que me encanta cuando me regañan mis tres o cuatro fieles lectoras, parece que este pequeño esfuerzo le sirve para algo a alguien.
Cuidaros.